Este es un amuleto protector mágico de ágata roja. En la antigüedad, el ágata era muy apreciada como talismán o amuleto, se decía que saciaba la sed y ahuyentaba la fiebre. Las ágatas se encuentran entre las piedras curativas de la suerte más antiguas. Básicamente, el ágata ayuda al usuario a distinguir a los verdaderos amigos de los falsos. Se dice que el ágata mejora la receptividad en los humanos y estimula las habilidades analíticas, así como también equilibra los estados físicos, emocionales, intelectuales y espirituales de una persona. También se dice que el ágata reduce la hostilidad y promueve la buena voluntad. Se cree que el ágata ayuda a descubrir la verdad, aceptar las circunstancias y sanar las emociones. Según la leyenda, el ágata mejora la memoria y la concentración, aumenta la resistencia y estimula la honestidad. Se cree que previene el insomnio y asegura sueños placenteros, aumenta el coraje y protege contra el peligro. El ágata tiene un efecto calmante, mejora la percepción, la concentración y ayuda a desarrollar y aumentar la capacidad analítica. También hay leyendas de que los hechiceros persas usaban ágata para protegerse de las tormentas. La famosa colección de tres mil cuencos de ágata reunida por Mitrídates, rey del Ponto, muestra el entusiasmo con el que se consideraba el ágata en el pasado. Coleccionar cuencos de ágata también se volvió popular entre los aristócratas europeos durante el Renacimiento, y muchos museos en Europa, incluido el Louvre, tienen ejemplos impresionantes. Cada ágata se forma llenando una cavidad en la roca huésped. Como resultado, el ágata se encuentra a menudo en forma de nódulo redondeado, con bandas concéntricas que se asemejan a los círculos del tronco de un árbol. A veces las rayas se asemejan a ojos, otras veces caprichosas conchas marinas o incluso un paisaje de árboles dendríticos. La extracción de ágata en el valle del río Nae de Alemania, documentada ya en 1497, dio lugar al centro de molienda Idar-Oberstein. Originalmente, el río se usaba para impulsar muelas abrasivas. Cuando se agotaron los depósitos de ágata del río Nae en el siglo XIX, los cortadores de Idar comenzaron a desarrollar los depósitos de ágata de Brasil, lo que estimuló la exploración y el descubrimiento de los ricos depósitos de amatista, citrino, turmalina, topacio y otras piedras preciosas de Brasil.